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PARAÍSO NATURAL. Descubre la Sierra del Rincón


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PATRIMONIO NATURAL


La naturaleza es protagonista en cada uno de sus rincones gracias a la abundancia de agua y a una gran variedad de especies vegetales y animales que han convertido a la Sierra del Rincón en Reserva de la Biosfera y que tiene su máximo referente en el Hayedo de Montejo, uno de los más meridionales de Europa.


La insaciable sed de Madrid ha sido crucial para dibujar el paisaje del que hoy disfrutamos. Sin el aporte hídrico de los embalses de la sierra sería inviable el abastecimiento de la ciudad y, a la vez, no se hubiera podido preservar la riqueza que confiere el agua, de los principales tipos de hábitats que conviven en estas latitudes de la Comunidad de Madrid.


Su presencia es constante en esta Reserva de la Biosfera, estando el terreno jalonado de fuentes y manantiales. Pertenecientes todos a la cuenca del río Tajo, la mayor parte de sus cursos de agua vierten al río Lozoya, como el río Riato o los arroyos de Puebla y de la Nava.


La zona más oriental drena hacia el río Jarama que, naciendo en las vertientes de Peña Cebollera, recoge los aportes de los arroyos de las laderas del Hayedo de Montejo y del valle de La Hiruela.

Ecosistemas. Flora, fauna, gea


Eminentemente montañosa, la Sierra del Rincón viene definida por su carácter rural y una accidentada orografía.


Cuarcitas, pizarras, gneises y esquistos son los materiales que conforman un relieve de gran valor geológico, tanto desde el punto de visto mineralógico como morfológico.


Fruto de su diversidad de ambientes y de situación fronteriza entre regiones biogeográficas, en la Sierra del Rincón podemos encontrar una enorme variedad de ecosistemas: dehesas de rebollo y fresno en valles y laderas bajas; roquedos, canchales, pinares de repoblación y piornales en las zonas altas; sauces, álamos temblones, abedules, alisos y otras especies de ribera a lo largo de sus cursos de agua. Especialmente valiosos son sus robles albares y hayas.


Toda esta biodiversidad se traduce en un elevadísimo número de taxones, muchos de ellos especies endémicas, protegidas y amenazadas incluidas en catálogos nacionales y europeos. Inventariadas 194 especies de vertebrados y más de 800 especies de vegetales, esa biodiversidad confiere a La Sierra del Rincón un altísimo valor para su conservación.


Entre las especies más significativas destacan las de origen europeo que encuentran aquí un refugio al sur de sus áreas de distribución natural, como el abedul, el roble albar, el tejo y, especialmente, las hayas de Montejo de la Sierra.


Muy cerca de ellas encontramos especies típicamente mediterráneas adaptadas a los secos veranos, como la encina, el enebro, el cantueso y los tomillos.


En torno a los cursos de agua crecen interesantes alisedas y formaciones de álamo temblón.


A todo ello hay que añadir, de forma más puntual, los veintidós árboles de ocho especies catalogados como singulares por la Comunidad de Madrid.



Son frecuentes rapaces como el águila real, el águila culebrera o el halcón abejero y los extensos bosques son buenos lugares para alcotanes y azores, acostumbrados a desenvolverse en la espesura.


Otras aves de interés son el pechiazul y el roquero rojo, habitantes de las cumbres; el mirlo acuático, que prefiere las riberas, y el cada vez más escaso lúgano, que varía su hábitat según la estación del año.


Entre los mamíferos encontramos endemismos ibéricos como topo ibérico y la musaraña ibérica junto con especies de importancia cinegética, especialmente jabalí y corzo. En los ríos destaca la nutria y en las zonas altas, el topillo nival, adaptado a condiciones climáticas extremas.


Anfibios y reptiles están bien representados en la Sierra. La salamandra y el lagarto verdinegro son especies de distribución norteña, ligadas a las zonas altas, mientras otras, como la culebra de escalera, son capaces de vivir en hábitats más variados.

El aprovechamiento de los recursos naturales ha venido marcado históricamente por una agricultura de huertos familiares ligada a los núcleos urbanos y por una ganadería extensiva que ha modelado el paisaje forestal adehesando sus montes y bosques y originando extraordinarios pies de roble, haya o tejo centenarios que, en gran número, están catalogados como árboles singulares. El buen hacer de sus pobladores, antiguos y modernos, se ha reflejado en las dehesas boyales de todos sus pueblos, cercadas por muros de piedra seca que se mantienen en jornadas comunitarias de hacendera.


La recogida de productos como la miel, los derivados de la huerta, leña o plantas medicinales forma parte de los aprovechamientos históricos que, en los últimos tiempos, se están recuperando como elementos básicos para poner en valor de forma sostenible sus variados recursos naturales.


Finalmente, junto a esa variabilidad silvestre, hay que destacar la enorme riqueza agropecuaria que encierran algunas de las razas y variedades agrícolas y ganaderas de la zona, fuente irreemplazable de diversidad genética que se está intentándose proteger y aprovechar